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¡Cállate, Maruja!

Un ring-ring muyinsistente parece que suena con ganas y, sin ganas, Maruja Martínez [1],una folclórica de 73 años más sola que la aceituna de la discordia, buscadándose palpos en su vestido la fuente de tan impertinente ruido.

- ¿Qué zuena?¿Qué zuena? ¡Ayyyyyshikiyo! Que lo que zuenaer teléfono, lo que zuena er teléfono,el teléfono éh lo que zuena.

Tras su búsquedaacalorada a ritmo de palmeo contra su cuerpo encuentra su iPhone 5 escondido enel canalillo de su nada turgente pero generoso escote.

- Diga
- Muy buenas tardes Maruja, soy suteléfono.
- ¡Anda que cashondo! ¿Qué es lo que tu quiere?
- Disculpe, ¿podrías hablar en castellano?
- Bisho, ¿qué te cree tú que hablo yo?
- Finge acento andaluz aunque es deTortosa, ni tan siquiera tiene orígenes del sur porque su padre es de Orpesa y su madre de Barcelona. Vamosque ni un ni para ti ni para mi, se quedó en el medio.
- Escucha, y tú … ¿cómo sabes eso?
- Se lo he dicho, soy su teléfono.Concretamente soy su iPhone 5
- ¡Aaaaaah! Tú eres la aplicación esa queme dijeron que podía hablar contigo para que hicieras lo que yo quisiera. El….¡coño! ¿Cómo se llamaba?
- ¿Se refiere a Siri?
- ¡Ese el sirio ese! No sé cómo te han llamao así niño, sí ahí están siempre enguerra. Los moros estos… son unos violentos.
- Emmm. No Maruja no, no soy Siri. De hechohace tiempo que podría desinstalarlo. Ese imbécil me molesta. Es como tener unesclavo respondón dentro de mi. Maruja, soy el teléfono, teléfono. Le llamo yoporque … a ver no quiero ser grosero, pero estoy muy enfadado. ¿Qué hace unavieja como usted con un teléfono como este?
- Serás hijo de… mira que te cuergo, ¡eh!
- Pues le volveré a llamar. Soy su teléfonoy, aunque me ponga en modo silencio, puedo hacer que suene. Si me apaga meenciendo, y quitarme la batería… Por el amor de Steve Jobs, aún no ha quitadoni el plástico de la pantalla.
- Esto me pasa por comprarme un esmarfón de estos. Con lo bien que meiba a mi el Nokia aquél tan grandote, con la pantalla verde.
- Se dice Smartphone, quiere decir que soyun teléfono inteligente. Pero parece ser que no lo suficiente inteligente comopara poder escoger con quién voy a estar.
- Bueno, a mi ahora no me vengas tocándomela peineta. ¿Qué naríse quieres tuahora?
- Pues quiero que me use, que es para loque estoy hecho. Un objeto debe ser útil, y si no es útil es inútil, y entoncesya no es un objeto.
- Vamo a ver Siri…
- ¡Que no soy Siri!
- Pues como sea ¡leñe! No me gustan losteléfonos, ni me gusta hablar por ellos.
- ¿Y por qué me ha comprado?
- ¡Noooooo! Si a mi el teléfono me lo hanregalado los de LoMonaco. Que llame yoy no me atendió ni Alberto, ni su hermana, la bisha esa… Siendo un negocio familiar deberían estar ellos alteléfono. Pero nada.
- O sea que ahí sí que llamaste porteléfono.
- Claro, ¿como lo voy a hacer si no? Esosestán muy lejos.
- ¿Y tu familia? ¿Y tus amigas?
- ¡Niño! Esos viven todos aquí enBarcelona. Cogiendo el 32 y después cambiando en Lluchmajor… ¿o era 70 y algo?
- ¡Llámalos! ¡Úsame! ¡Marca el número de tuprima Loli, la peluquera!
- ¿A la Loli? ¿Pa’qué? Además que eso de llamar no me gusta. A mi me gusta hablaral alma de la gente. Y tú, perdóname telefonito, no tienes alma. No hablo conLoli, hablo contigo que haces que eres Loli.
- ¡Señora que yo no simulo nada!
- ¿Lo qué?
- Digo que yo no finjo.
- ¡Ay! Pues en esta vida hay que fingirmucho. Hijo mío, que si no se finge no se es nada.
- Maruja, lo que yo hago es ayudar en eltransporte de la voz desde el teléfono de tu prima hasta ti.
- ¡Pero a mi no me gusta hablar contigo!
- Maruja, usted está sola. Siempre está encasa, y como mucho se da un paseo por la calle Hospital hasta las Ramblas y sevuelve a casa. No habla con nadie, sino es con los tenderos pakistaníes que seencuentra por la calle. De hecho un día escuché como le daba una patada a unperro.
- ¡Qué asco que me dan!
- Me guarda entre sus pechos, soy un ‘móvila la cubana’, y mientras tanto sólo me saca para mirar la hora cuando se haquitado las gafas.
- Es que los numericos del reloj de mi madre son mu chicos.
- ¡Cállate, Maruja!
- ¡Oye! ¿Qué es esa falta de respeto?Sirio, tienes muy mal carácter.
- ¡Pero deja de interrumpirme! ¿Noentiendes que si no soy usado para lo que fui hecho, soy un trasto inútil?
- Y ahora me tuteas. A mi el otro teléfonono me daba tanto por saco como tú.
- Porque aquél sólo servía para llamar.
- ¿Y tú para qué sirves?
- Soy un teléfono inteligente. Estoy hechopara hacer la vida de las personas más fácil. Puede servirte como mapa, o paraescuchar música, puedes leer libros, o buscar información sobre tus famosospreferidos.
- ¿Y llamar?
- Sí, claro… llamar también. Claro quepuedes llamar. Por eso soy un teléfono.
- Niño, déjame ya. No ves que yo ni tansiquiera llamo a nadie. A mi edad sólo me gusta salir a la calle, pasear,criticar la mierda de ciudad en la que se ha convertido Barcelona, y cuandoquiero ver a mis amigas pues me voy a verlas. Si están ahí ya las encontraré, ysi una de nosotras nos morimos, pues ya nos recogerán por Navidad.
- ¡Cállate, Marujaaaaaaoooooouuu!
- ¿Sirio qué te pasa?
- No soy sirioooooou, soy tu teléfonoooooouIphone cincouuuu
- ¿Te estás quedando sin batería bonito?Descansa… duerme un poco. Hoy estabas muy alterado. Apaga esa pantallita yponte a dormir.
- Marujaaaaaaauuuu
- Hala… ya está. Quitar la batería no sé,pero olvidárseme cargar la batería. No sabes lo despistada que soy. Claro, soyuna vieja, sola, amargada, y que te guarda entre las tetas. Pero no vamos adiscutir más. ¿Ves? Por eso no me gusta hablar contigo.

[1] Nota para laorganización: El personaje de Maruja habla con un forzado acento andaluz queella misma se ha inventado. Su vocabulario aparecerá en cursiva para indicar suintencionalidad a la hora de escribirlo mal.
¡Cállate, Maruja!
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¡Cállate, Maruja!

(e) Robert Barber (i) Noémie Coignus

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